AMINA

Me llamo Amina Haddadi, tengo 57 años, soy de Marruecos y estudié hasta secundaria. He trabajado de bordadora a mano en mi país y aquí como limpiadora y en el campo recogiendo frutas y verduras.

Las mujeres migrantes contratadas como cuidadoras evidencian una paradoja de bienestar.

La actividad laboral de estas mujeres es esencial para las familias autóctonas y para el sistema de cuidados. Sin embargo, al mismo tiempo están excluidas de la protección social formal (Gorfinkiel & Magdalena, 2018). Por diversos motivos, el primero, responde a las propias características del trabajo del hogar y los cuidados, de nuestro país, siendo un 36% informal, sin contrato. Además, para casi todas ellas el proceso de regularización administrativa, es lento y costoso.  El punto de partida desde una perspectiva laboral es diferente para ellas, carecen de prevención de riesgos laborales, prestación por desempleo o protección por despido, en muchos casos, tampoco tienen la posibilidad de acceso a prestaciones de asistencia social.

Por otra parte, la acción sindical no existe, por lo que su capacidad para decir no o reclamar mejoras laborales es nula. Su capacidad de negociación es extremadamente limitada, lo que las deja expuestas a abusos o violaciones de derechos laborales (Oxfam, 2021).

Esta desprotección se traduce en el aumento de probabilidad de sufrir situaciones múltiples de maltrato por parte de sus empleadores pudiendo ser este, maltrato físico, psíquico, emocional y/o sexual.

El Colectivo IOÉ (2001) afirma en su estudio que la relación con los empleadores depende en gran parte de la nacionalidad de la trabajadora, siendo más frecuentes los tratos negativos a empleadas extranjeras que de origen español. Las marroquíes son las que reciben un peor trato,

“Como yo no he aprendido el idioma rápido, él me golpeaba la cabeza siempre, siempre, me maltrataba siempre, me golpeaba”.

“Trabajaba con una médica 3 horas al día de lunes a viernes. En 20 o 25 minutos tengo que hacer tres plantas de arriba abajo, hacer la limpieza en los dos baños y hacer también la comida. Tengo que correr, correr y correr y planchar. Me dejaba los zapatos encima y tenía que limpiar los zapatos de ella, de su marido y de su hija…”

El principal problema es la inexistencia de controles sobre el trato recibido y las condiciones de trabajo a las que están sometidas las empleadas domésticas. Las inspecciones en los hogares son muy escasas y en todo caso no revelarían el trato negativo que reciben a diario por ser éste muy difícil de probar. Así, los vínculos que se establecen entre empleado y empleador pueden variar entre positivos o negativos y en todo caso esto tendrá repercusión en las condiciones laborales (González, 2019)

Cuando tú sales a triunfar

Yo entro a ocupar tu lugar

#EstrabajoEstrabajadoraEsCiudadana

#SeUnaEmpleadoraJusta